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Singapur VS España

Durante las últimas décadas han se ha presenciado el auge del grupo de los llamados “Cuatro Tigres Asiáticos”: Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur.

Entre todos ellos cabe destacar el caso excepcional del crecimiento económico de Singapur. Y es que a lo largo de las últimas décadas, Singapur ha conseguido logros económicos impresionantes. El crecimiento anual del PIB de Singapur ha crecido a una media del 8% entre las décadas de 1960 y 1990, más del doble que el 3,3% promedio de la tasa de crecimiento de la OCDE y más de tres veces la tasa de crecimiento de EEUU. Actualmente, Singapur es uno de países más modernos de Asia. Y hace tan sólo 40 años era sólo un poblado de pescadores. Los habitantes de la capital homónima de Singapur gozan de los más altos estándares de vida. Es una ciudad donde no existe la pobreza y en que la educación, la salud y los servicios sociales alcanzan altísimos estándares de calidad; por si esto fuera poco, los ingresos per cápita de los singapurenses se incrementan vertiginosamente con el correr del tiempo.

Todos estos logros se han realizado un país que no tiene más de 685 km2 y que no dispone de recursos naturales propios.

Este país representa otro caso exitoso de cómo, en un tiempo relativamente corto, se puede lograr el desarrollo económico, cuando las estrategias para impulsarlo se orientan con una visión de largo plazo y atendiendo las demandas de las nuevas realidades globales.

Hoy quiero mostrar la diferencia entre los resultados obtenidos al apostar por un modelo económico u otro, partiendo de la misma base. El éxito que conlleva algunos casos (véase Singapur) y el fracaso de otros (España).

Hace 30 años, Singapur y España tenían la misma renta per cápita (7.800 dólares internacionales en 1981); hoy Singapur tiene una renta per cápita que duplica la española (59.700 dólares internacionales frente a 30.400 en 2011). Acaso bastaría esta cifra para mostrar que existen políticas económicas alternativas a la adoptada en nuestro país y que a largo plazo resultan mucho más exitosas. ¿Por qué no copiar a Singapur en su modelo de Estado pequeño, de impuestos reducidos y de Estado de Bienestar gestionado por los propios ciudadanos?

Suele haber objeciones: es verdad que la renta per cápita de los singapurenses es superior a la española, pero la renta per cápita es un valor medio que esconde numerosas desigualdades internas: los ricos de Singapur son mucho más ricos que los ricos españoles, pero los pobres de Singapur también son mucho más pobres que los pobres españoles, por tanto, mejor crecer menos pero de manera más cohesionada. Y lo cierto es que si estudiamos diversas medidas de desigualdad, la sociedad singapurense lo es bastante más que la española: el índice Gini de Singapur se ubica en torno a 45 y el de España alrededor de 30, mientras que la renta media del estrato 20% más rico de Singapur es 12 veces mayor que la del 20% más pobre, mientras que en España es sólo 10 veces mayor.

Sin embargo, que una sociedad sea más desigualitaria que otra no prueba por sí mismo que el nivel de vida de sus ciudadanos sea peor. Bastará un ejemplo que todos comprenderemos: Afganistán exhibe una mayor igualdad en la distribución de la renta que España (las diferencias entre ricos y pobres son menos acusadas), pese a lo cual los más desiguales pobres españoles probablemente prefieran seguir viviendo en nuestro país. Es decir, si a pesar de los mayores diferenciales de renta, los ciudadanos más pobres del país más desigual son más ricos que los ciudadanos más pobres del país igualitario, habrá que concluir que el modelo económico del país desigualitario es superior a la hora de generar y distribuir riqueza por toda la sociedad.

¿Es éste el caso de Singapur con respecto a España? Rotundamente, sí. En el siguiente gráfico podemos observar el nivel de renta (en dólares internacionales) de los distintos percentiles de renta de ambas sociedades: 20% más pobre, entre el 20% y el 40%, entre el 40% y 60%, entre el 60% y 80%, entre el 80% y el 90% y el 10% más rico. Como puede verse, en el año 2008, la renta media de los singapurenses en cada uno de los tramos era entre un 30% y un 60% superior a la de los españoles.

Por ejemplo, la renta media mensual del 20% de españoles más pobres fue de 420 dólares internacionales, mientras que en Singapur fue de 560 dólares internacionales (un 33% superior), mientras que el 10% más rico de los singapurenses disfrutaban de una renta mensual de unos 9.100 dólares internacionales frente a los 5.500 de los españoles (un 66% más).

 

Evolución y distribución de la renta por miembro de un hogar en Singapur y España

Sin título

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco de España, el FMI y el Departamento de Estadística de Singapur.

 

La metodología de elaboración del gráfico merece tres comentarios. El primero y más relevante es que los datos de Singapur sólo incluyen las rentas de origen salarial, mientras que los datos de España computan rentas salariales y no salariales. Esta omisión, ya digo, supone un problema fundamental para comparar ambas rentas que frustraría el propósito de ese artículo si no fuera porque es una omisión que perjudica a Singapur (y no poco: en 2008, la renta salarial media fue de 2.350 dólares internacionales, mientras que la renta per cápita era de 4.200 dólares): dicho de otro modo, las rentas de los singapurenses reflejadas en el gráfico anterior están considerablemente sesgadas a la baja y, aun así, superan ampliamente las de los españoles. Es por este motivo que resulta muy probable que la diferencia de renta entre los ricos y pobres de Singapur sea más de 12 veces superior: parece lógico que la mayor parte de las rentas no salariales (dividendos, plusvalías, alquileres, intereses…) se concentren en los estratos más ricos.

El segundo comentario es que los datos de renta de Singapur incluyen las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo del empresario y del trabajador, mientras que las de España sólo incluyen las cotizaciones a cargo del trabajador. Para corregir este sesgo en contra de las rentas españolas he optado por incrementarlas en un 30%, que es el porcentaje medio de cotización empresarial a la Seguridad Social. Por tanto, las rentas españolas medias que aparecen en el gráfico son antes de impuestos y de cotizaciones a la Seguridad Social.

Por último, los datos de renta por miembro de hogar del Banco de España son significativamente menores a la renta per cápita del país (para 2008, 16.300 euros frente a 23.800), lo que lastra marcadamente los niveles de renta de los españoles, pero aun así la diferencia entre la renta per cápita y la renta media por individuo es muy inferior en España que en Singapur (en este último caso, como hemos comentado, por no incluir las rentas no salariales). Por tanto, y dado que partimos de datos oficiales en ambos países, la comparación resulta pertinente.

Tras estos tres matices, podemos la superioridad del modelo económico mucho más libre de Singapur resulta evidente. De hecho, desde 2008 la renta per cápita de los singapurenses ha crecido otro 15% (también entre el 20% más pobre), mientras que la de los españoles ha decrecido un 3,3%; síntoma de un problema mucho más profundo: la economía de Singapur no es sólo más rica que la española, sino sosteniblemente más rica que la de la burbujística y ladrillera España.

Sólo aquellos que prefieran la igualdad a costa de una mayor pobreza y peor calidad de vida de los ciudadanos más pobres optarán por el modelo económico de España. Es decir, sólo aquellos envidiosos que detesten que los diferenciales de renta entre Singapur y España sean mayores entre los más ricos que entre los más pobres escogerán pauperizarlos a todos para reducir esos diferenciales. Pero la realidad es la que es.

No obstante, no quiero induciros a la conclusión de que la solución es tan simple como aplicar el modelo de Singapur para conseguir un idéntico resultado. Las cosas no funcionan así, no es todo tan sencillo. A pesar de que la política económica seguida por Singapur haya tenido éxito en su caso, no quiere decir que lo tuviera en España, ya que cada economía es un mundo, y no todos los modelos o soluciones son válidos o factibles para cualquier país. Y la verdad es que Singapur y España, son muy diferentes. ¿Creéis que sino no estarían ya todos los gobiernos manos a la obra, sin más debates entre qué postura es la más aconsejable seguir ante la crisis que atravesamos?

Si bien, los gestores gubernamentales de todo el mundo, especialmente de Latinoamérica, Europa, África, así como de otras partes de Asia, prestan mucha a tención a las estrategias económicas que se han desarrollado en estos cuatro países, con la esperanza de poder aprender de sus experiencias.

 
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Publicado por en diciembre 7, 2012 en Economía

 

Economía ficción… ¿O tal vez no tan ficción?

“A partir de la fecha del presente Real Decreto-Ley, la peseta es la nueva moneda nacional. Sustituye al euro como única moneda de curso legal. Se establece un cambio de 1 euro = 166,386 pesetas”. Este pavoroso enunciado, leído por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un sábado frente a las radios y televisiones de todo el país, sirve de espoleta a convulsiones sociales pocas veces vistas en España. Afortunadamente, el relato no es real, sino una fabulación con la que el periodista de El País, Ramón Muñoz, arranca su libro “España, destino tercer mundo”, un ensayo sobre el futuro económico del país donde todo se ve negro o muy negro.

“Para empezar, un relato de economía ficción que les hará temblar”, reza el primer capítulo, y verdaderamente lo consigue… Aquí os dejo un extracto de los párrafos más interesantes de este primer capítulo. Opinad vosotros mismos si esa situación no sería para temblar. Puede que haga recapacitar a más de uno sobre la seriedad, dificultad e importancia de las decisiones que deben tomarse, durante la situación que atravesamos, por lo que podrían desencadenar.

CAPÍTULO 1: Para empezar, un relato de economía ficción que les hará temblar

«Interrumpimos nuestra programación normal para conectar con el palacio de La Moncloa. El gobierno desea comunicar un mensaje institucional cuyo contenido no nos ha sido desvelado. Insistimos, se trata de un mensaje institucional cuyo contenido no nos ha sido anunciado pero, según fuentes de toda solvencia, tendrá un importante calado económico. conectamos… comparece el ministro de Economía, Luis de Guindos. Está solo, en un atril. Únicamente se ha permitido la entrada a informadores gráficos. Se nos ha informado de que no habrá rueda de prensa posterior. Les habla el ministro:

“Buenos días. comparezco ante ustedes, ciudadanas y ciudadanos, para informar de los acuerdos a que ha llegado el gobierno en una reunión extraordinaria del consejo de Ministros que ha tenido lugar en el día de hoy. En la misma, el Gobierno ha aprobado el real decreto-Ley 1570/2013 del que paso a informarles. Debido a la situación de alta inestabilidad en los mercados y los ataques especulativos contra nuestra deuda pública, agravado por la retirada de inversiones en los últimos meses, el Gobierno se ha visto en el deber y en la obligación de adoptar una serie de medidas temporales de limitación de la circulación de capitales, así como la restricción de la disponibilidad de fondos en efectivo, la implementación de nuevos requisitos para las transferencia de fondos al exterior y las operaciones con divisas extranjeras. Se trata de una medida transitoria hasta que se completen las negociaciones que España mantiene con la Unión Europea, el Fondo Monetario internacional y otros organismos internacionales para la reestructuración de su deuda externa, así como la renegociación de las condiciones para el segundo bloque del paquete de ayuda adscrita al Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) destinado al saneamiento del sistema financiero español.

Con estas medidas se trata de frenar los efectos de esos movimientos especulativos que han disparado la prima de riesgo y situado la tasa de interés que España debe pagar por financiar su deuda a unos niveles insostenibles, que no tienen correlación alguna con la situación de los mercados ni la solvencia del Reino de España. (…) La Constitución, la legislación nacional y comunitaria autorizan al presente Gobierno, en situaciones como la presente, a que puedan restringirse por un breve período su uso y goce, limitando exclusivamente ciertos retiros en efectivo y algunas transferencias de fondos al exterior, que de ningún modo afectan al funcionamiento de la economía.

Por tanto (…) dispongo

Artículo 1.º — Se prohíben las retiradas en efectivo que superen los 400 euros por semana, por parte del titular o de los titulares que actúen en forma conjunta o indistinta del total de sus cuentas en cada entidad financiera. La medida afectará también a las retiradas en cajeros automáticos o por cualquier medio electrónico.

Artículo 2.º — Se prohíben las transferencias al exterior, con excepción de las que correspondan a operaciones de comercio, al pago de gastos o retirada de fondos que se realicen en el exterior a través de tarjetas de crédito o débito emitidas en el país, o a la cancelación de operaciones financieras o por otros conceptos, en este último caso, sujeto a que las autorice el Banco de España.

Artículo 3.º — El Banco de España podrá disminuir la estricciones establecidas en los artículos precedente cuando los saldos de depósitos totales del sistema financiero así lo aconsejen o las tasas de interés del pago de la deuda pública se normalicen.

Artículo 4.º — Se declaran intangibles los depósitos a vista o a plazo, las transferencias entre entidades financieras, las renovaciones, débitos en cuenta, los libramientosos o acreditaciones de cheques, uso de tarjetas de crédito y débito y, en general, cualquier tipo de operatoria bancaria que no implique disminución de fondos en el sistema financiero, aunque produzcan transferencias entre entidades financieras.

Artículo 5.º — Durante la vigencia del presente decreto, las entidades no podrán obstaculizar la transferencia o disposición de los fondos entre cuentas, cualquiera que fuere la entidad receptora de los mismos, y las comisiones por la transferencia electrónica de fondos entre ellas que se realicen por cuenta y orden de sus clientes será fijada por el Banco de España.

Artículo 6.º — Se prohíben las operaciones de exportación de billetes y monedas extranjeras y metales preciosos amonedados, salvo las que sean autorizadas por el Banco de España.

Artículo 7.º — El Banco de España será la autoridad de aplicación del presente real decreto-Ley, pudiendo dictar las normas necesarias para asegurar que todos los habitantes del país puedan usar y disponer de sus activos financieros abriendo cajas de ahorro y tarjetas de débito, u otros modos previstos en el presente decreto, regulando las condiciones y el coste máximo al que las entidades respectivas estarán obligadas a prestar el servicio.

Artículo 8.º — El Gobierno podrá dictaminar el fin de la vigencia de las restricciones establecidas en los artículos precedentes si las circunstancias del mercado de capitales así lo aconsejan”.

Estupor tras la comparecencia

La comparecencia del ministro, retransmitida por todos los medios de comunicación al unísono, provocó al principio una reacción de estupor. El país se paralizó durante unos instantes, un minuto a lo sumo. Era la primera vez desde la muerte de Franco que todas las radios y las televisiones, incluyendo las cadenas autonómicas y las locales, habían emitido de forma conjunta un mensaje oficial del Ejecutivo. A todos les extrañó que no fuera el presidente Mariano Rajoy en persona quien comunicara un anuncio de tal gravedad. Precisamente, desde fuentes del Gobierno se filtró que habían preferido que saliera el ministro de Economía para quitarle hierro al asunto, para darle una imagen de normalidad, como si fuera otra medida económica más de urgencia, de las muchas que se habían tomado en los últimos meses. Desde la oposición, y en casi todos los medios, se ofrecía una explicación mucho más creíble: Rajoy no quería manchar su imagen con la del corralito, no quería pasar a la historia como el «presidente del corralito».

“El Gobierno había declarado el corralito, un gigantesco cepo sobre los fondos y los ahorros de millones de ciudadanos. Había esperado a un sábado, con los mercados cerrados”

(…)

El Gobierno había declarado el corralito, un gigantesco cepo sobre los fondos y los ahorros de millones de ciudadanos. Había esperado a un sábado, con los mercados y los bancos cerrados, para anunciar por sorpresa una medida cuyos ministros, con el titular de Economía a la cabeza, habían negado hasta la extenuación pese a la fuga masiva de depósitos de los últimos meses.

(…)

Nadie parecía estar a salvo de ese brutal portazo que dejaba atrapado el dinero de pobres y ricos, empleados y parados, ciudadanos ejemplares y villanos. Al letargo del inicio, sucedió el pánico. La gente que aún no lo había hecho encendió los televisores y las radios que pronto se poblaron de tertulianos y los consabidos expertos intentando explicar el alcance de la medida. Pero casi nadie les creyó. Cuando piensas que te están metiendo la mano en el bolsillo, ni el discurso del mejor charlatán profesional puede tranquilizarte. En las webs de los principales diarios también exponían las consecuencias de la medida con mayor o menor detalle. ninguna explicación parecía calmar a los ahorradores. La red de telefonía móvil se colapsó en varios momentos. El tráfico, que los sábados por la mañana es el más bajo de la semana, se había multiplicado por cien, superando incluso el posterior a las campanadas de fin de año. Whatsapp y Twitter también se cayeron. En esta red social, el hashtag #spaincorralito fue trendingtopic mundial en apenas unas horas. Los tuits alternaban las burlas irónicas con mensajes dramáticos.

(…)

De la indignación se pasó a la desesperación. Apenas una hora después de que el Gobierno emitiera a su anuncio, miles de ciudadanos corrieron hacia el cajero automático más próximo. no impor taba lo remoto que estuviera situado o la entidad a la que perteneciese, en todos se formaron largas colas. Pronto hubo altercados. La gente increpaba a los que veían retirar muchos billetes, temerosos de que cuando les llegara el turno ya se hubieran agotado las reservas de fondos. También insultaban a los que portaban más de una tarjeta, bien suyas o de un familiar, y realizaban más de una extracción.

(…)

Cuando fue evidente que los cajeros estaban exhaustos, los exasperados ahorradores la emprendieron con las máquinas. Golpeaban las pantallas con los puños, piedras o lo que tenían a mano. Algunos más radicales recurrieron al fuego. Prendían papeles en los teclados de las máquinas o los rociaban con gasolina y les tiraban una cerilla. En estos casos extremos, atribuidos a grupos antisistema, intervenía la policía que estaba desbordada por los avisos.

“El sábado por la tarde hubo manifestaciones en toda España, la más importante la de Madrid. A la noche, las protestas dieron un giro radical”

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A través de las redes sociales se emplazó a la gente a protestas callejeras. La que más poder de convocatoria tuvo fue la de Madrid. A las cinco de la tarde, una multitud creciente empezó a concentrarse en Cibeles. No eran seguidores del Real Madrid, desde luego. Daban la espalda a la diosa. El foco de su ira era el Banco de España. Algunos también increpaban frente a la sede del ayuntamiento de Madrid, en el antiguo Palacio de Correos, un símbolo del despilfarro con la firma del hoy ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. No tardó en colapsarse la plaza. La policía recibió órdenes de no intervenir salvo en caso de extrema necesidad. Los agentes no respondían a los insultos. Algunos se moatraban comprensivos con los manifestantes, que gritaban consignas improvisadas: «¡¿Dónde está nuestro dinero?!», «¡queremos nuestros ahorros!», «¡son mangantes, no son gobernantes!». Una vez repleta Cibeles, la marcha instintivamente derivó hacia el Congreso de los Diputados. La Carrera de San Jerónimo estaba vallada desde el Hotel Palace hasta la Plaza de Sevilla. Los manifestantes se dividieron. Muchos subieron hasta la Puerta del Sol. No tardaron en aparecer algunos dirigentes del PSOE, IU y UPyD, así como de los sindica tos UGT y CC.OO, intentando capitalizar el malestar. pero eran abucheados en cuanto el público detectaba su presencia. Otaron por una prudente retirada. A la noche, las protestas dieron un giro radical o más individualista, para ser exactos. se disolvieron las multitudes y se desgajaron en pequeños grupos, que recorrían las calles en busca de oficinas bancarias. Al fin y al cabo, la gente, por primera vez desde el inicio de la crisis, no clamaba por algún bien colectivo, contra los recortes sociales o en defensa de la sanidad y la educación. Pedía su dinero, sólo su dinero, sin más. Ya no se trataba de un robo social, no. Te atracaban a ti mismo. El real decreto-Ley era como autorizar que el Estado te pudiera asaltar a partir del lunes, con total impunidad, en tus mismas narices, en la sucursal de tu banco, donde te ingresaban la nómina o la pensión, y pagabas la luz, el gas, el ADSL o el colegio de los chicos.

(…)

El lunes, por fin, abrieron los bancos. Muchos ahorradores llevaban desde la madrugada apostados a las puertas de las oficinas. El grupo de los pensionistas era uno de los más numerosos. Los empleados que franqueaban el paso eran increpados, aunque ellos se defendían diciendo que no tenían la culpa de nada, y que las restricciones les afectaban como a los demás.

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Uno a uno los clientes penetraron en las sucursales. Todos ellos retiraron 400 euros, la cantidad máxima permitida por el banco, que tenía órdenes estrictas de no dispensar ni un euro más, aunque el usuario fuera titular de varias cuentas o estuviera autorizado. Los cajeros (los que no habían sufrido las iras de los ahorradores el día anterior) se reprogramaron para ajustarlos al fatídico límite. A lo largo de la mañana, también se agotó el efectivo en las sucursales. Tan rápido como se reponían los fondos, se agotaban. Lo mismo sucedía en las máquinas.

“Poco después de la instauración del corralito, la economía se paralizó. La prima de riesgo superó con creces los 1.000 puntos y la bolsa se desplomó un 31%”

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Poco después de la instauración del corralito, la economía se paralizó. La prima de riesgo supero con creces los 1.000 puntos. La Bolsa se había desplomado un 31 por ciento en la primera semana. Las multinacionales españolas y los grandes bancos estaban a tiro de opa. Sus directivos dejaron de hacer piña con la política del Gobierno y algunos manifestaron públicamente sus críticas. Eso sí, en nombre del liberalismo y la defensa de los ahorros de los depositantes.

(…)

Desde el inicio de la crisis se rumoreaba que el corralito en realidad era sólo una medida preventiva que preparaba el terreno para una mucho más terrible: la salida del euro y la vuelta a la peseta. sin corralito había un serio peligro de que la fuga de capitales fuera general. Ya no sólo huían los fondos o los inversores foráneos o los grandes capitales. En la medida de sus posibilidades, el ciudadano de a pie había ido haciendo acopio de euros, en billetes contantes y sonantes, por lo que pudiera venir. pese a las restricciones, lograban ahorrar, sacaban cuanto podían de las cuentas y lo ponían en un lugar seguro, generalmente en algún escondite en sus casas. Algunos incluso dejaron de pagar la luz y el teléfono para conseguir así unos euros más en efectivo, mientras la compañía les reclamaba.

La salida del euro

Quien tenía un familiar o un conocido fuera, procuraba trasladar parte de sus ahorros al extranjero. En Alemania se registró un récord de apertura de cuentas por españoles. El Gobierno hizo llegar discretamente una queja formal a las autoridades alemanas y galas para que fueran más estrictos a la hora de permitir la apertura de cuentas a no residentes. Era el mismo Gobierno que no se había inmutado cuando las grandes fortunas desplazaron en masa sus capitales a cuentas de Luxemburgo y Suiza. El Banco de España conocía perfectamente ese flujo y alertó al ministro de Economía, pero De Guindos prefirió mirar para otro lado. Ahora, cuando era el pobre asalariado o el autónomo el que intentaba poner a salvo sus ahorros, se llamaba al orden.

(…)

Y lo inevitable sucedió. Como cuando el corralito, el Gobierno también aprovechó el sábado para hacerlo público. Esta vez no hubo excepciones: todas las televisiones, radios y webs retransmitieron el mensaje al mediodía. Y esta vez sí, fue el presidente en persona quien, con gesto fúnebre, anunció la decisión. El real decreto-Ley 214/2013, cuyo texto pasará a la historia de la infamia y del engaño a todo un pueblo, reinstauraba la peseta como única moneda nacional y daba muerte al euro. decía así:

Artículo 1.º — a partir de la fecha del presente real decreto-Ley, la peseta es la nueva moneda nacional. sustituye al euro como única moneda de curso legal. Se establece un cambio de 1 euro = 166,386 pesetas. El resto de las monedas extranjeras se formulará de acuerdo a este patrón.

Artículo 2.º —Todos los depósitos en euros u otras monedas extranjeras existentes en el sistema financiero serán convertidos a pesetas a razón de 1 euro = 166,386 pesetas. La entidad financiera cumplirá con su obligación devolviendo pesetas a la relación indicada.

Artículo 3.º —Todas las deudas en euros u otras monedas extranjeras con el sistema financiero, cualquiera que fuere su monto o naturaleza, serán convertidas a pesetas a razón de 1 euro por cada 166,386 pesetas o su equivalente en otra moneda extranjera. El deudor cumplirá con su obligación devolviendo pesetas a la relación indicada.» El real decreto-Ley, de 37 artículos, establecía duros controles para los movimientos de capitales, tanto nacionales como en el extranjero. El texto iba acompañado de un reglamento en el que se establecía que durante los seis primeros meses convivirían físicamente las monedas y los billetes de euro y de las nuevas pesetas.

(…)

Pese a los avisos tranquilizadores del Gobierno de que el cambio a la moneda nacional no tenía por qué conlle var ninguna pérdida de valor, los ahorradores comprendieron desde un primer momento que aquello se trataba de una gran estafa, la mayor de la historia. Les estaban metiendo mano en el bolsillo, en la cuenta corriente, en el depósito, dándoles el gran cambiazo como vulgares trileros: euros por pesetas. Como no podían linchar al Gobierno, los ahorradores la emprendieron con los mortificados empleados de los bancos donde tenían depositados sus ahorros. El Gobierno había acordado establecer el mismo cambio para salir del euro que el que se fijó en 2001 al asumir la moneda europea. Para evitar una fuerte devaluación los primeros días, acordó con los países donde sobrevivió el euro anclar ese cambio. Esa ficción apenas pudo resistir unos días. Los grandes inversores sabían que no tenía

(…)

Al final, Economía tuvo que dar su brazo a torcer y, apenas una semana después del decretazo, anunció el cambio libre de la peseta. Siguiendo el ejemplo del dólar, la divisa nacional se depreció un 40 por ciento respecto al euro. Las petroleras repercutieron directamente esa devaluación a sus precios. Un litro de gasolina, que costaba 1,441 euros, o sea, 239 pesetas, pasó a costar 330 pesetas de la noche a la mañana. Las compañías de transportes no tardaron en actualizar sus productos. El billete sencillo de metro y autobús se puso en 350 pesetas, más de dos de los antiguos euros. El precio de los pasajes de avión internacionales se duplicó porque a la subida del queroseno había que sumar la de las tasas, que había que pagar en divisas. El temor de los trabajadores se cumplió. Los sueldos no subieron para adecuarse a la inflación, que se disparó un 27 por ciento en el primer mes. Todo se encareció menos las nóminas. Hubo protestas y dos huelgas generales en un mes, pero los sindicatos mayoritarios estaban con la reputación bajo mínimos y su poder de convocatoria era casi nulo. Los metían en el mismo saco que los políticos y los banqueros, los autores oficiales del desfalco. Los paros tuvieron un seguimiento desigual y escaso. Ningún asalariado podía permitirse el lujo de perder un día entero de nómina y, menos aún, de arriesgarse a ser incluido en la lista del próximo Expediente de regulación de Empleo (ERE). En un país con 6,5 millones de parados, un empleo se convierte en un lujo asiático. La economía se contrajo un 11 por ciento en el primer trimestre. La inversión se desplomó un 54 por ciento. Hubo tres crisis de Gobierno en poco más de dos meses. Los ministros de Economía se sucedían sin reposo. Pero a la muchedumbre todo eso le parecía accesorio, bastante tenía con concentrarse en sobrevivir.

No a todos les fue mal con el corralito y la peseta. Las grandes fortunas habían puesto a salvo sus capitales y esperaban su oportunidad para repatriar el dinero

El país se humillaba al hambre y su corte de miserias. Un ambiente de posguerra que podía observarse en la suciedad de las aceras, en los escaparates vacíos de los negocios liquidados, en los pedigüeños que te asaltaban a la entrada de cada supermercado, de cada banco, de cada iglesia. El trueque se generalizó. Nadie confiaba ya en los bancos como guardianes de fondos, pese a que estos ofrecían tipos de interés altísimos. El que conseguía un euro lo guardaba debajo del colchón o en el rincón más escondido de su casas o su negocio.

Pero no a todos les fue mal con el corralito y la peseta. Las grandes fortunas que habían puesto a salvo sus capitales esperaban su oportunidad para repatriar el dinero, en euros contantes y sonantes que ahora valían casi un 50 por ciento más gracias a la devaluación. Ellos tenían billetes de los buenos, sin sellito. Sólo debían esperar a que escampara para comprar medio país a precio de ganga. Se vendían pisos por la mitad de su valor. Los desahucios habían multiplicado la oferta, y lo mismo ocurría con los terrenos. Los inversores tomaban posiciones. Tarde o tem – prano el Gobierno permitiría la repatriación de euros porque era la única manera de conseguir divisas con los mercados de crédito cerrados a cal y canto. Los ricos se frotaban las manos esperando ese momento.

En el otro bando, el de los sin casi nada, la desesperación dio paso a la resignación. Volvíamos a la penuria de nuestros abuelos. Las caceroladas perdieron pronto su ruido. Las proclamas se apagaron. Las manifestaciones se convirtieron en reuniones de antisistema. Éramos otra vez pobres. Era cuestión de acostumbrarse. Lo siento, pero no hubo revolución.

Esperemos que se quede en eso, en un mero relato de economía ficción y no nos toque pasar por algo así. Sinceramente, veo muy difícil que se produzca una situación semejante en nuestro país, por no decir imposible, pero nunca se sabe…

 
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Publicado por en diciembre 1, 2012 en Economía

 

La OCDE reclama a España un contrato único, subir el IVA y abaratar el despido

Solo unos días después de dibujar un gris escenario para España en 2013, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha presentado un informe con las reformas estructurales que cree necesarias para impulsar el empleo, especialmente entre los jóvenes, y mejorar la competitividad de la economía española.

Estas reformas son, en su mayoría, las que propusimos en uno de los debates de clase: contrato único, subir el IVA y abaratar el despido, son algunas de ellas. Parece que no íbamos muy mal en caminados, aunque sí sabíamos que estas medidas eran muy difíciles de adoptar en España, pero claro, sólo era un debate entre alumnos en una clase de economía, no una sugerencia para un Estado. Proponer medidas es fácil, pero ¿cóma las implantamos? Gracias a la OCDE por su aportación, pero sin más indicaciones ni directrices, nosotros mismos podemos realizar su tarea y aconsejar al Gobierno.

Entre otras muchas medidas, la OCDE reclama avanzar hacia el contrato único, reducir las indemnizaciones por despido improcedente, aumentar los productos y servicios que se acogen al tipo general del IVA o rebajar las cotizaciones sociales.

Además, aconseja la eliminación de la jubilación parcial, más control sobre el cobro del paro e implantar impuestos nacionales verdes a productos cuyo consumo eleva las emisiones de CO2, especialmente los carburantes de automoción.

Las razones de la OCDE

La institución destaca que España está inmersa en una prolongada recesión, en la que el impacto negativo del desapalancamiento del sector privado y la necesidad de un considerable ajuste fiscal tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria han disparado el desempleo y han provocado una crisis bancaria, situación agravada por la crisis de deuda de la Eurozona y las rigideces estructurales en el mercado laboral.

En este sentido, recalcó que la posibilidad de una recuperación inmediata sigue siendo remota debido a que el desapalancamiento del sector privado aún tiene un largo camino por delante, mientras la retroalimentación entre finanzas públicas y sector bancario sigue siendo fuerte pese al rescate bancario.

Finanzas públicas

La OCDE ve necesario restaurar la confianza en las finanzas públicas españolas, para lo que el Gobierno debería intentar cumplir los nuevos objetivos de déficit acordados en julio, a menos que el PIB sea mucho peor de lo esperado, situación en la que se debería permitir operar a los estabilizadores automáticos, al menos parcialmente.

Asimismo, considera que las reformas de las normas presupuestarias en todos los niveles de la Administración y las recientes medidas de consolidación han supuesto un sustancial progreso.

Sin embargo, reclama que se detallen las acciones necesarias para alcanzar el objetivo de déficit para 2014 y las medidas presupuestarias permanentes para estabilizar la deuda pública. El impacto regresivo, si lo tienen, debe ser minimizado para impulsar el consenso social en torno a la necesidad de ajustes.

En este sentido, incide en que las reformas deben ser estrictamente implementadas, especialmente para mejorar las finanzas de los gobiernos regionales, y en que esto debería ser respaldado con un consejo fiscal independiente con un fuerte mandato, como prevé el Gobierno, para evaluar las políticas presupuestarias en todos los niveles de gobierno.

Por otra parte, también recalca que existe más espacio para reformas fiscales que contribuyan a la consolidación presupuestaria, por ejemplo elevando algunos impuestos medioambientales como el del combustible para transporte.

En esta línea, defiende que se aplique el tipo general del IVA a más bienes y servicios, que los incrementos de los impuestos a los valores inmobiliarios sean permanentes y que se reduzca la fiscalidad de las transacciones inmobiliarias. Además, destaca que sería bienvenida una rebaja de las cotizaciones sociales.

En esta línea, también defiende que nuevas reformas de las pensiones mejorarían la sostenibilidad en el largo plazo y propone que se introduzca una formula para indexar las pensiones a los cambios en la esperanza de vida, que ya se contempla aunque sin definir en la reforma de las pensiones, lo antes posible.

El organismo cree que se podría ahorrar en las pensiones de viudedad a futuro, dada la alta participación de las mujeres más jóvenes en el mercado de trabajo, de tal forma que la prestación se concentre en los casos de necesidad.

Mercado laboral

Respecto al desempleo, la organización dirigida por Ángel Gurría señala que ha alcanzado niveles dolorosamente altos, en particular entre los jóvenes con bajos niveles de formación, una situación que requiere una amplia gama de reformas.

Entre ellas, recomienda profundizar en el sistema de formación dual que permita a los jóvenes adquirir experiencia profesional mientras se están formando, así como periodos más extensos para los contratos de formación.

Aunque reconoce que la reforma del mercado laboral aprobada en 2012 ha realizado significativos progresos a la hora de hacer frente a algunas de las debilidades estructurales claves, especialmente en lo referente a la negociación colectiva y la protección del empleo, advierte de que si no resulta eficaz, se deben dar más pasos para reducir la dualidad del mercado laboral avanzando hacia el contrato único.

Un contrato único, con unas indemnizaciones por despido inicialmente bajas pero que aumenten de forma gradual, reduciría las todavía grandes diferencias en los costes por despido entre contratos permanentes y temporales.  La OCDE apuesta por reducir más las indemnizaciones por despido improcedente, de 33 días.

Asimismo, ve necesario acciones rápidas para mejorar la eficacia de los servicios de colocación, al mismo tiempo que reclama más formación y ayuda en la búsqueda de empleo, especialmente para los desempleados jóvenes, así como programas activos para los grupos más vulnerables.

Por otro lado, la OCDE subraya que la negociación colectiva sigue siendo rígida y recomienda la supresión de la ultraactividad en los convenios sectoriales y que las empresas puedan participar en las negociaciones salariales sectoriales.

En lo que se refiere a la protección por desempleo, también reclama controles más efectivos para que los parados que reciben la prestación busquen empleo de forma activa.

Sistema bancario

Otros de los puntos a los que hace referencia la OCDE en su informe es a la crisis financiera, situación a la que debe hacerse frente «con rapidez». En su opinión, se han hecho progresos reconociendo pérdidas, aspecto clave para recuperar la confianza en el sector bancario, y se han tomado medidas importantes para endurecer la normativa de provisiones en relación con su exposición inmobiliaria.

Sin embargo, la organización considera clave una resolución ordenada de los bancos no viables lo más rápido posible, así como la recapitalización de los bancos viables pero con necesidades de capital, como se acordó a cambio del rescate financiero. Además, reclama que los activos transferidos a la Sareb se hagan a un precio lo suficientemente bajo para limitar los riesgos para las finanzas públicas.

Con todo esto, no veo ninguna solución que no se nos hubiera pasado por la cabeza ya a estudiantes de 21 años, en un pequeño debate de clase. La próxima aportación, más que para rellenar, por favor, que de pautas válidas para llevarlas adelante. Si no, escusad.

 
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Publicado por en noviembre 30, 2012 en Economía

 

The New York Times vuelve a poner el foco en España

Esta vez nuestros queridos amigos se centran en los recientes desahucios y los sintecho. Empiezo a creer que sin España se quedarían sin temas de los que tratar… El caso es que se ven en la necesidad de seguir atizando nuestra imagen y dar a conocer los focos más desalentadores y traumáticos del país, equiparándonos a un país subdesarrollado, sin importar que se trate de casos puntuales (sin ánimo de restarle preocupación e importancia al tema en cuestión, pero no se puede generalizar a que todos los ciudadanos sufrimos esta situación, que es lo que se están empeñando en difamar una y otra vez estos periódicos, carentes en su totalidad de objetibidad, restándonos fiabilidad y confianza necesarias para conseguir inversiones extranjeras, o algo tan importante para nosotros como el turismo).

El diario estadounidense vuelve a retratar el lado más oscuro de la realidad española y de nuevo lo hace con una galería de fotos en blanco y negro. Si hace apenas un mes y medio hablaba de austeridad, hambre y protestas, como ya comente en otro post,la publicación pone el foco ahora en el tema más candente de la actualidad: los desahucios. Y lo hace con un titular elocuente: «La ola de desalojos crea una crisis de sintecho en España».

The New York Times recuerda el fuerte incremento de las ejecuciones hipotecarias, cientos al día, y que el Gobierno de Mariano Rajoy se ha comprometido con la oposición para afrontar el tema y anunciar medidas de emergencia.

El problema de algunas familias es que ni siquiera tienen un lugar donde ir, ya que los familiaries se encuentran en una situación idéntica.

Por otra parte señala que en España hay dos millones de viviendas vacías y al mismo tiempo un récord de desahucios. Esta situación está provocando que cada vez más personas ocupen estos edificios, especialmente ante la perspectiva de una deuda que les acompañará el resto de sus vidas y un sistema que les impide prácticamente poder ni siquiera acceder a un alquiler.

Y en medio de este fenómeno, muchas veces encuentran la solidaridad de los vecinos, que no denuncian este tipo de ocupaciones, que a veces incluso son de la misma casa de la que han sido desahuciados.

El diario también se hace de los esfuerzos de plataformas como el 15-M, con movilizaciones para paralizar los desalojos, así como del fracaso del código de buena conducta impulsado por el Gobierno hace unos meses.Y como no, de los suicidios que se han producido en los últimos días.

La imagen de España que transmite la prensa internacional no se corresponde con la realidad y  existe un desfase que es necesario cambiar de forma inmediata.

La Marca España, pretende mejorar la proyección económica del país y difundir su nueva realidad política, social y cultural.

La imagen de España

Pero esto no ocurre solo con la prensa estadounidense, repasando los periódicos extranjeros se ve que la imagen de España no es buena en absoluto, y no se corresponde con la realidad.

Esta imagen se refleja en informaciones, publicaciones, fotografías y opiniones, que determinan que las inversiones vengan a España, se compre deuda soberana o que las empresas tengan todas las oportunidades que merecen en el exterior.

Por ello la Marca España es una iniciativa necesaria y oportuna en el mundo globalizado en el que la imagen es un activo de extraordinaria importancia. El Gobierno debe trabajar en todo momento en construir una imagen de España que sirva para atraer ahorros, comprar deuda, atraer empresas y empleo y favorecer la internacionalización.

También la Corona, con este fin, se implica en promocionar la imagen de España en el exterior en colaboración con los empresarios con el objetivo de crear empleo y riqueza, así como las tareas de formación, educación y preservación del medio ambiente, «muchas veces desconocidas para los españoles».

En materia económica y en un momento decisivo para el país la Marca España no ha sido suficientemente valorada.

Todas estas publicaciones solo manifiestan un profundo desconocimiento de España.

de todas formas, no nos darán una tregua, es más, aprobecharán cualquier mínima oportunidad para seguir desviando la atención de los problemas que tienen en su propio país, intentando minimizarlos con artículos carentes de objetibidad, poniendo a España como algo que NO es. Si cogiéramos una cámara y nos diéramos una vuelta por Estados Unidos, sobre todo por ciertos distritos, conseguiríamos grandes reportajes fotográficos que harían parecer al todopoderoso Estados Unidos como lo más indeseable en este mundo. Pero en fin, lo importante es vender, ¿no?

 
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Publicado por en noviembre 29, 2012 en Economía

 

El catalán «universal»

Increible lo absurdos que pueden llegar a ser algunos… Con las recientes elecciones catalanas de fondo, mientras en el Congreso mantienen su empeño de conservar la traducción a las lenguas cooficiales de la cámara del Senado, y rechazan la propuesta de suprimir el gasto de 350.000 euros que conlleva, como pedía UPyD, la Generalitat catalana, con Artur Mas al frente, se afana en hacer del catalán una lengua universal hasta para los negocios.

La historia del contrato que llevó cuatro meses traducir… y cómo se hizo:

Julio de 2012: Una multinacional con negocios en España y sede local en Madrid culmina varios meses de negociaciones con una institución dependiente de la Generalitat catalana, por la que se le adjudica un contrato. La confirmación llega por carta y redactada en catalán:

 

Días después: La empresa requiere a la institución para que le envíe la carta y las decenas de folios del contrato con las condiciones de pago, cláusulas y demás especificaciones en español.

Contestación: «No hay». Desde la institución insisten en que no cuentan con una copia traducida.

Septiembre de 2012: Ante la falta de respuesta satisfactoria, la empresa insiste en que al tratarse de una compañía multinacional hay normas que exigen no firmar documentos con cláusulas que no estén en el idioma del país de que se trate (español) o en último caso, en inglés.

Octubre de 2012: Finalmente, el documento llega a destino traducido a la lengua de Shakespeare:

 

 

Conclusión: Cuatro meses de tira y afloja para acabar firmando un contrato entre una entidad catalana y una empresa radicada en Madrid… en inglés. ¡Para hacérselo mirar!

 
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Publicado por en noviembre 27, 2012 en Economía

 

¿Rescatan los rescates?

Pocas veces hubo un abismo interno tan claro. El mundo financiero español, muchas grandes empresas, y el grueso de la academia reclaman con urgencia el rescate para eliminar incertidumbres. La calle se encrespa sólo con oír ese vocablo, pues lo asocia a nuevos ajustes y recortes injustos contra el (ex) bienestar de los de siempre. Y en medio, el Gobierno bracea por llegar a fin de año y luego ver qué pasa.

Así que aprovechemos la situación en la que nos encontramos de duda ante los rescates para preguntarnos: ¿Rescatan a los países con deuda los rescates europeos con la contrapartida de severos programas de austeridad?

De momento, la evidencia dice que no. Ni Grecia (2 de mayo de 2010), ni Irlanda (28 de noviembre) ni Portugal (16 de mayo de 2011) logran el objetivo clave del rescate: sanear sus finanzas públicas —reducir el déficit público— a un cierto nivel en un plazo prefijado, en la senda del 3%. Portugal no cumplirá aún el 4,5% de déficit este año, sino que rozará el 6%: ya le han alargado ese año de plazo. Grecia tampoco llegará al 4,5%, sino al 5,2% en 2013: la próxima reunión del Eurogrupo le concederá dos años adicionales. Y el caso de Irlanda se está revisando para suavizar el brutal impacto del coste de su reconversión bancaria, equivalente al ¡45%! de su PIB.

No sólo no redujeron el déficit en la dosis prevista, sino que agravaron su recesión (salvo en Irlanda, que durante 2011 se recuperó, pero vamos a ver qué ocurre este año), aumentaron su deuda y dispararon su desempleo. Y redujeron abrupta y simultáneamente muchas prestaciones sociales del Estado de Bienestar. Las crónicas diarias de Lisboa, Atenas o Bruselas excusan más detalles.

La razón del fiasco es la crueldad con que se diseñó la primera generación de rescates (tipos de interés de los préstamos, excesivos; plazos de amortización, escasos). Acompañada de un optimismo ciego que preveía escaso perjuicio sobre el crecimiento de la reducción del gasto.

Y sin embargo, es justo subrayar algo que se olvida. No todo el esfuerzo se ha enterrado en el sumidero. Ha producido algunos resultados. ¿Cuáles?

Por ejemplo, los rescatados han recuperado, intermitente y débilmente, algún acceso al mercado internacional para financiarse. Portugal emitió bonos a diez años el 21 de agosto al 9,254%: un tipo excesivo, sí, pero inferior al 17,39% de vísperas del rescate. Grecia emitió letras a tres meses el 18 de septiembre, al 4,31%. Irlanda, lo mismo, el 5 de julio, al 1,8% (medio punto menos que España la semana anterior). Y los bonos irlandeses a nueve años cayeron seis puntos desde octubre de 2010 al pasado septiembre.

Lo más heroico ha sido la reducción del déficit primario griego: unos ocho puntos desde iniciada la crisis, hasta bordear el superávit. Lo que significa que si los griegos no tuvieran que cargar con la carga de la deuda, cumplirían de sobra sus compromisos.

Una visión muy interesante es la del jefe del Fondo de Rescate Europeo, Klaus Regling. Es una fuente oficial —por supuesto interesada—, pero sólida. En unos interesantes gráficos presentados a las jornadas de Cernobbio, Regling ilustraba cómo los cinco países periféricos de la eurozona sometidos a turbulencias (los tres rescatados, más España e Italia) exhiben curvas positivas en cuatro criterios básicos.

A saber: el desequilibrio presupuestario, el déficit fiscal ajustado cíclicamente, la balanza por cuenta corriente y los costes laborales unitarios.

Naturalmente que eso es insuficiente, sobre todo si se contrasta con la factura social y la fisura democrática de las actuales políticas de ajuste. Pero si arrojan algunos resultados positivos, aunque sean diseminados y asmáticos, quiere decirse que con una planilla distinta, un calendario diferente, una inyección de recursos compensatoria que estimulase su demanda, las cosas irían mucho mejor. Es decir, una política de prudencia moderada y atenta al crecimiento quizá triunfaría donde fracasa la austeridad extrema.

 
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Publicado por en noviembre 20, 2012 en Economía

 

¿No hay alternativa?

Como se ha publicado esta semana Europa ha entrado desde este jueves en una nueva recesión… ya es la segunda tras la de 2009. La austeridad aplicada en la mayor parte de los países miembros tiene gran parte de culpa. Este hecho demuestra que Europa no encuentra el equilibrio entre disciplina fiscal y crecimiento.

El rigor es necesario, siempre que no se convierta en rígor mortis. Los números, empiezan a demostrar lo que hasta ahora ha sido una especie de secreto a voces: Europa no ha sabido encontrar un equilibrio entre disciplina fiscal y crecimiento. La política económica de inspiración alemana ha llevado a demasiados países a poner en marcha políticas presupuestarias demasiado contractivas al mismo tiempo. Ha obligado incluso a consagrar ese dogma de fe (los déficit están prohibidos; cualquier pecado al respecto conlleva una dura penitencia) en las constituciones y en los tratados, a pesar de que parecía claro que la salida de esta crisis no pasa por gestionar igual la zona euro de punta a cabo. Cada país es diferente y no sirve la misma política para todos. El éxito en uno, puede ser un fracaso estrepitoso en otro. Parece que a los líderes europeos aún les cuesta entender esto.

Las políticas keynesianas permitieron evitar una segunda Gran Depresión: pero fue un error recetar keynesianismo en todas partes, al mismo tiempo, y con la misma dosis sin tener en cuenta las condiciones de cada país. La zona euro se ha pasado ahora justo por el otro extremo: habría que permitir pisar el acelerador o el freno con el gasto público en función de las condiciones de cada economía, pero en cambio se ha impuesto una política de talla única —y lo que es más grave: se ha dado a entender que no había alternativa— y ahora solo se permite pisar el freno.

El impulso que quiso dar en su día el presidente francés François Hollande a las políticas de crecimiento no se ha visto por ningún lado. Los países con margen de maniobra, como Alemania, se desviven por no gastar un euro más de lo que debieran. En esas condiciones, la Europa del Sur, en la que nos encontramos, que ha aplicado políticas de austeridad a rajatabla, se desangra por esa mecánica rudimentaria de las políticas fiscales aplicadas con mano de hierro por las presiones de Bruselas, Fráncfort y Berlín (aunque quizás el orden debería ser el inverso).

Las protestas de los últimos días son solo el principio: los sociólogos explican que el “silencio de las víctimas” se acabará en breve. Las sociedades pueden resistir devaluaciones internas como las de ahora siempre que vean un horizonte de salida; de lo contrario, el jaleo está asegurado con experimentos sociales como el de Portugal, que llegó a bajar salarios para darle ese margen a sus empresas, algo que al final fue rechazado, y experimentos económicos como el de España, que se ha visto obligada a subir el IVA en plena recesión. «Desde un punto de vista abstracto siempre se puede atender una deuda. Pero hay un umbral político, social, moral incluso más allá del cual esa política se hace inaceptable», escribió Jack Boorman, del FMI, hace unos años. (Paradójicamente, el FMI parece últimamente la única institución que recuerda este tipo de cosas; quizá por eso Berlín se ha enfrentado abiertamente al Fondo en las últimas semanas en temas como el de Grecia, pero esa es otra historia).

Europa ha entrado en un nuevo mundo prácticamente sin tener conciencia de ello. El fantasma de un Gobierno ausente (Comisión, Consejo y Eurogrupo no han podido eliminar la sensación de que ese viraje está comandado por Alemania, y Francia aún no acierta a decir esta boca es mía porque atraviesa una grave situación económica que aún no ha emergido completamente) y la falta de un dispositivo de seguridad en la eurozona han acabado pariendo un modelo de gobernanza discutible.

La Comisión no cambia de discurso pese a que las orejas del lobo de la recesión ya han aparecido, en parte por el sobreajuste en la periferia, que no se ha compensado con políticas de crecimiento donde ese tipo de alegrías eran posibles. Con la esperanza de tranquilizar a los mercados, Europa ha presionado para recortar los déficit públicos y se ha olvidado del crecimiento y de graduar el ajuste. La consolidación fiscal se convierte así en una chaqueta de fuerza. Y Europa es incapaz de desembarazarse de ella: el dogma sigue ahí a pesar de que los números decretan recesión y pesimismo. Con la boca pequeña, varias fuentes de Bruselas apuntan a que quizá haya que esperar a que la recesión llegue a Alemania y la crisis de la deuda a Francia para empezar a ver, de veras, dinero sobre la mesa, y no solo vehículos financieros, mecanismos y demás complicadísimos sistemas de resolución de crisis.

En medio de este desaguisado, las izquierdas siguen vagando por Bruselas como fantasmas, y es Berlín quien está al volante prácticamente en solitario. Esta crisis tenía que dejar atrás los dos grandes axiomas de los últimos años: la racionalidad de los mercados (que durante una década se equivocaron de medio a medio asignando el mismo riesgo a Grecia, a España y a Alemania) y “la perversión de la política”, que tenía que dejar paso a una nueva forma de gestionar después de la tormenta que al cabo no termina de aparecer.

Todo sigue igual: Europa sigue anclada en un intermedio en el que el nuevo orden no acaba de llegar y el antiguo régimen se resiste a desaparecer. No hay cambio de política económica a pesar de que los errores de diagnóstico y de prescripción se demuestran un dato tras otro. A pesar del martillo de Eurostat, no se detectan grandes virajes a la vista. No va a haber un presupuesto europeo capaz de hacer políticas anticíclicas cuando sea necesario. No parece que vaya a haber una unión bancaria lo suficientemente potente como para paliar los errores de diseño del euro. Ni siquiera con las minucias Europa tiene la grandeza suficiente como para reconocer los errores: Grecia vuelve a estar a los pies de los caballos tras el fracaso del Eurogrupo de esta semana.

Nuestro caso, el de España, es otro caso de libro de que las cosas no funcionan y aún así nada cambia. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aseguró ayer que Madrid no deberá acometer nuevos recortes para corregir los más que probables desvíos en la meta de déficit en 2012 y 2013. Y sin embargo, sería un error interpretar eso como un final para la austeridad; habrá necesidad de tomar nuevas medidas de austeridad adicionales en 2014, lo que supone que la disciplina fiscal va a continuar durante la recesión. Eso es una suerte de condena: lo que están deletreando desde hace meses los dichosos mercados no es “recorte usted el déficit” sino “asegúrese de que va a volver el crecimiento”. Con más y más recortes, con subidas fiscales adicionales, en ausencia de verdaderas ayudas y de políticas de crecimiento en el Norte, la salida del túnel que parece ver algún ministro conduce en el Sur de Europa directamente al mar.

Ante todo esto yo me pregunto: ¿qué alternativa nos queda? Si es que hay alguna…

 
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Publicado por en noviembre 17, 2012 en Economía

 

Niño Becerra: «Krugman debería visitar algunos polígonos industriales de España»

Otro defensor de la imagen que se están empeñando en verter últimamente sobre España desde distintos frentes. A las continuas declaraciones de reputado columnista del Times, Paul Krugman, a cerca de nuestro país y su situación actual, Niño Becerra sale al paso con las siguientes recomendaciones y argumentos.

Primero le recomendó leer El lazarillo de Tormes para modificar su perspectiva sobre España. Y ahora le aconseja «visitar algunos polígonos industriales de la geografía española», para conocer de cerca la realidad del país. ¡Este hombre me cae cada día mejor! Una vez más, el economista Santiago Niño Becerra manifiesta su desacuerdo con las tesis del premio Nobel de Economía Paul Krugman.

El estadounidense declaró recientemente que el verdadero problema económico de España es que sufre las consecuencias de una enorme burbuja inmobiliaria que provocó un periodo de auge económico e inflación que hizo que la industria española se volviese poco competitiva respecto a la del resto de Europa.

Pero Niño Becerra no está de acuerdo con esta afirmación. Según apunta en su blog de La Carta de la Bolsa «el verdadero problema económico de España arranca mucho antes de que se formase la burbuja inmobiliaria, una burbuja que ahora puede ser maldecida por quien quiera pero que fue la que posibilitó el crecimiento de España».

El principal problema de España, añade, es la bajísima productividad de la economía, «manifestada en una estructura de PIB de bajo valor añadido con la que no sale a cuenta invertir para mejorarla ni, evidentemente, abordar procesos de I+D+i». «Una bajísima productividad», prosigue, «que tradicionalmente se manifestó altas tasas de subempleo y de emigración al ser la población española excesivamente elevada para el PIB que España generaba».

Con ese perfil, explica Niño Becerra, el país fue metido en la Eurozona, ya que España era «una perita en dulce» como fuente de negocio para los excedentes de liquidez existentes en Europa. «Por ello, resulta chocante que Krugman diga que a menos que España abandone el euro -una medida que nadie quiere tomar- está condenada a años de paro elevado». En su lugar, Niño Becerra cree que hubiese sido más adecuado haber dicho que España jamás debería haber entrado «o sido metida en la zona euro».

«España fue metida en la zona euro y el riesgo de su economía igualado al de las economías guays a fin de que fluyeran hacia ellas esos excedentes de pasta que dormían en los bancos de esos países guays. Como consecuencia de ello, la productividad en España no sólo no mejoró sino que empeoró», critica Niño Becerra.

En este punto, se pregunta si verdaderamente Krugman cree que si España se fuese del euro el desempleo del factor trabajo descendería. «¿Qué iba a pasar, que automáticamente los costes laborales españoles se iban a poner al nivel de los de Vietnam o Camboya y que toda la inversión que está en esos países iba a emigrar en masa hacia España y que todo el turismo ahora desperdigado por el mundo iba a decidir sus vacaciones en el reino?», ironiza Becerra.

«En otro texto sugería al profesor Krugman a que, para conocer la realidad española, leyese El lazarillo de Tormes, mantengo esa sugerencia y ahora añado otra: que visite algunos polígonos industriales de la geografía española», sentencia.

Con esta: Niño Becerra 2-0 Paul Krugman 😉

¿Habrá réplica?

 
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Publicado por en octubre 27, 2012 en Economía

 

La verdad sobre los salarios de mujeres y hombres

La verdad sobre los salarios de mujeres y hombres

Sobre la diferencial salarial entre hombres y mujeres que recogía esta semana el INE, y aprovechando el tema que hemos venido tratando en clase en los últimos días, os recomiendo este artículo de D. Soriano:

Por Domingo Soriano

El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer. Una jornada que debería servir (si es que tienen alguna utilidad estas celebraciones) para fijar la atención sobre la situación de las mujeres en lugares como Irán o Arabia Saudí, donde se les trata como a ciudadanos de segunda, está marcada en España por la reivindicación acerca de la brecha salarial, es decir, la absurda creencia de que las trabajadoras cobran menos que sus compañeros por hacer el mismo trabajo.

«La brecha salarial existente en España es una lacra contra la que hay que luchar los 365 días del año», declaró Juan Manuel Moreno, secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. «Las mujeres españolas ganan menos que los hombres a lo largo de toda su vida, con independencia de su formación. Peor aún, cuanto más alto es su nivel de estudios, mayor es su discriminación salarial». «Las mujeres necesitan trabajar 54 días más que los hombres para cobrar lo mismo». «Las mujeres cobran un 22% menos que los hombres pese a tener mejores calificaciones». «Las mujeres cobran un 16% menos que los hombres por el mismo trabajo». Todas estas frases han aparecido en la prensa española en los últimos dos años, especialmente en fechas señaladas como el 8 de marzo. En todas se desliza una idea que se ha convertido en el dogma que rige la política de igualdad en nuestro país:

Las mujeres están discriminadas y la mejor prueba es que ganan menos que los hombres por hacer el mismo trabajo.

Todos los partidos políticos sin excepción (desde ERC hasta el PP, pasando por el PSOE y UPyD) emitieron comunicados el pasado jueves denunciando esta injusticia y prometieron seguir luchando para acabar con tan inaceptable discriminación. Posiblemente no exista ningún otro tema en el que sea posible encontrar una unanimidad semejante entre las formaciones españolas, unanimidad que se refleja también en los medios de comunicación.

Sin embargo, la afirmación de que las mujeres ganan menos por hacer el mismo trabajo es un absurdo económico que nadie con unos mínimos conocimientos debería mantener. No tiene la menor lógica. Los empresarios tienen como principal objetivo ganar dinero y mantener viva su empresa; por lo tanto, si existe un colectivo que hace exactamente el mismo trabajo a cambio de un salario menor, sólo contratarán a miembros de ese colectivo, ya sean mujeres, inmigrantes, jóvenes o lo que sean, porque de esta manera aumentarán sus beneficios. Es más, incluso si un empresario se resiste a hacerlo por prejuicios… se verá obligado a cambiar de actitud, so pena de caer bajo la presión de la competencia, que podrá explotar esta ventaja contratando a los trabajadores que él rechace.

Los políticos (y en esto también hay pocas diferencias a derecha e izquierda) nos presentan a los empresarios como seres sin escrúpulos, avariciosos y deseosos de explotar la menor oportunidad para aumentar sus beneficios. Sin embargo, cuando se habla de sueldos de hombres y mujeres, estos miserables capitalistas se convierten en estúpidos, capaces de no contratar a una mujer sólo por sus prejuicios machistas, incluso aunque esto perjudique a su cuenta de pérdidas y ganancias.

En realidad, frases como las que encabezan este artículo son tremendamente insultantes, tanto para los empresarios (entre los que hay hombres y mujeres, no lo olvidemos) como para las mujeres, a las que se pinta como incapaces de mejorar su propia situación por sí mismas (por ejemplo, cambiando de trabajo si sienten que pueden pedir más sueldo por sus servicios). Además, casi nunca se señala a una compañía en concreto o una situación de supuesta desigualdad real. De hecho, en 2009 el Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído realizó 46.239 inspecciones en 241 empresas para comprobar si los trabajadores españoles sufrían algún tipo de discriminación. Pues bien, sólo encontró 590 supuestos casos (un 1,28%), y en 245 la discriminación la padecían… ¡hombres!

En realidad, este resultado es lógico. Como decíamos antes, ni las mujeres son tan tontas como para aceptar cobrar menos que un hombre por el mismo empleo sin buscar otra empresa que les pague lo que se merecen, ni sus jefes son tan estúpidos como para no darse cuenta de que, al comportarse así, perderían a sus mejores empleadas a manos de sus competidores. Pero la realidad, por muy machacona que sea, no es un impedimento para quienes año tras año repiten las mismas falsedades.

La razón para este empecinamiento es doble y fácil de comprender. Por un lado está la corrección política que nos invade: una vez que uno de estos mensajes facilotes aunque falsos ha calado en la opinión pública es muy difícil que nadie se arriesgue rebatirlos, puesto que inmediatamente sería tachado de machista y retrógrado (sólo unas pocas mujeres han sido capaces de elevarse sobre el ruido que nos rodea y denunciar este hecho). Además, políticamente es muy jugoso aprobar una norma que, sólo aparentemente, favorece a la mitad del electorado. En segundo lugar, para comprender el éxito y la supervivencia de estos prejuicios, no hay que olvidar los incentivos que se van creando según se desarrolla un programa político. En España, el Estado, todas las autonomías, los principales ayuntamientos e incluso muchas empresas tienen institutos de la mujer, observatorios de igualdad, oficinas de no discriminación, ONG a las que subvencionan para que defiendan estos fines, etc. Si un día se generalizase la idea de que no existe tal discriminación, toda esa gente se quedaría sin trabajo. Nunca he creído que estos organismos mientan a propósito, pero los incentivos son perversos: si tu sueldo depende de creer que algo es cierto, lo más probable es que acabes creyéndotelo. ¿Alguien se imagina un informe del Instituto de la Mujer diciendo que ya no existe brecha salarial y, por lo tanto, hay que cerrar el Instituto de la Mujer?

La realidad

¿Cuál es la realidad que se esconde tras esa diferencia salarial entre hombres y mujeres? En primer lugar, lo que dice el INE en su última Encuesta Anual de Estructura Salarial es esto:

El salario medio anual femenino representó el 78% del masculino. Esta diferencia se reduce si se consideran situaciones similares respecto a variables como ocupación, tipo de jornada o contrato, entre otras.

Esto quiere decir que las mujeres cobran de media un 22% menos que los hombres. A ese dato es al que se agarran todos los titulares que hemos leído en los últimos días. Pero esto no quiere decir que las mujeres cobren menos por hacer lo mismo, y desde luego no demuestra discriminación alguna. Es una pura media estadística. Lo que hay que hacer es analizar los datos y ver si con el comportamiento de ambos sexos en el mercado laboral puede extraerse una explicación. El propio INE ya apunta en esa dirección cuando dice que la diferencia se reduce si se consideran «situaciones similares» respecto a otras variables.

Lo primero que a cualquiera se le ocurre es que una de las explicaciones puede ser histórica. El mercado laboral español no se formó ayer, sino que se ha ido moldeando a lo largo de los años. Los sueldos más altos y los cargos directivos los ocupan personas que comenzaron su carrera profesional en las décadas de los 60 y 70. En aquellos años, el número de hombres que iba a la universidad era muy superior al de mujeres. Es más, incluso entre las más avanzadas estudiantes de la época era muy común dejar aparcada del todo la carrera profesional cuando llegaban los hijos.

Ésta es la principal razón de la falta de mujeres en los puestos directivos de las empresas (el famoso «techo de cristal»). En muchas ocasiones se dice: «Ya hay más licenciadas que licenciados y sin embargo la presencia femenina en los consejos de administración de las compañías del Ibex no llega al 11%». Ambas cosas son ciertas, pero mezclarlas no tiene sentido. La edad media en esos consejos de administración es de 59 años; estas personas comenzaron sus estudios universitarios a finales de la década de los 60 y luego fueron creciendo profesionalmente hasta llegar al puesto que hoy ocupan. No tiene lógica comparar el número de licenciados en 2005 con un consejo formado por personas que obtuvieron su título en 1970.

De hecho, esta brecha histórica se refleja incluso en la administración pública. Un buen ejemplo sería la carrera judicial (ver página 14 de La Justicia: dato a dato del CGPJ). Desde hace años, las mujeres arrasan a los hombres en las oposiciones judiciales. Sin embargo, los salarios medios de los jueces masculinos siguen siendo más elevados que los de sus colegas femeninas. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: ellos llevan mucho más tiempo en su puesto y han ascendido más en el escalafón. Así, entre los jueces de más de 60 años hay 306 hombres y sólo 31 mujeres; pero en la horquilla 31-40 años hay 936 juezas por sólo 481 jueces. Si alguien mira los salarios de estos profesionales o la presencia de los dos sexos en altos organismos como el Tribunal Supremo o el Tribunal Constitucional, podría sacar la apresurada conclusión de que se discrimina a la mujer. No es cierto: simplemente, a las juezas que han ido incorporándose a la carrera en los últimos 20 años no les ha dado tiempo todavía a desplazar a sus colegas de más edad.

La segunda razón por la que los hombres ganan, de media, algo más que las mujeres tiene que ver con el comportamiento de unos y otras en el mercado laboral. Para explicar este hecho, lo mejor es acudir a las estadísticas de EEUU, país en el que la mujer lleva mucho más tiempo en el mercado laboral y donde los estudios están mucho más desarrollados.

Según un informe del Censo norteamericano, las mujeres solteras de entre 22 y 30 años ganan un 8% más que los hombres solteros de la misma edad. Al mismo tiempo, un estudio del año 2005 mostraba que también las mujeres solteras de entre 35 y 43 años ganaban algo más que sus colegas masculinos. Esto parece echar por tierra cualquier acusación de machismo. Si los empresarios odian a las mujeres trabajadoras, ¿por qué no se ceban también con las solteras jóvenes? ¿Es el suyo un machismo selectivo?

Si se unen todos los datos es fácil darse cuenta de cuál es la verdadera razón de la brecha salarial: cuando se casan y tienen hijos, mujeres y hombres se comportan de forma diferente. Así, ellas interrumpen su carrera durante largos períodos de tiempo con más frecuencia que los hombres, y no sólo por la baja maternal tras el embarazo. También es más común que pidan reducciones de jornada.

  • Según una encuesta publicada por El País el pasado 8 de marzo, a la pregunta de si aceptarían un puesto de más responsabilidad y más sueldo a cambio de más horas de trabajo, un 67% de los hombres decía que sí, por sólo un 58% de las mujeres.
  • Un estudio muy interesante es el de Marianne Bertrand sobre quienes han obtenido un MBA en la Booth School of Business de Chicago. Todos ellos estaban destinados a alcanzar puestos directivos, por eso pagaron mucho dinero por cursar esos estudios. Sin embargo, las conclusiones son reveladoras: diez años después de la graduación, el 16% de las mujeres no trabajaba (normalmente, porque han preferido quedarse en casa con sus hijos), por sólo un 1% de los hombres; el 92% de los varones trabajaba a tiempo completo, cifra 30 puntos superior a la de las mujeres (62%); en cuanto a tiempo de trabajo, que en el primer año era casi idéntico en hombres y mujeres, a los diez años arrojaba una diferencia sustancial en favor de los primeros: 56,7 horas semanales frente a 49,3. Por lo demás, Bertrand advierte que los MBA masculinos tienden a escoger especialidades que exigen más tiempo de trabajo pero que también aportan más sueldo (como las finanzas), mientras ellas eligen más a menudo otras menos remuneradas (como el marketing).
  • En España, como veíamos antes en el ejemplo de la carrera judicial, las mujeres están asaltando la función pública. De los 134 nuevos jueces de 2011, 99 eran mujeres. Lo mismo pasa en casi todas las oposiciones: desde 2007 hay más funcionarias que funcionarios en España, y esa proporción irá creciendo según se jubilen los más veteranos, que son mayoritariamente hombres. Esto concuerda con el estudio de Bertrand. La administración paga menos de media que el sector privado, pero también exige menos dedicación horaria y permite compaginar mejor la vida laboral con la familiar.

Podemos concluir que los llamativos titulares sobre la discriminación salarial son producto de la exageración o la falta de análisis. La verdadera razón de la diferencia en los sueldos de hombres y mujeres tiene que ver con la duración de su vida laboral y la manera en que unos y otros encaran ésta. Es una cuestión de coste de oportunidad: a partir de determinado momento de su vida, ellas valoran más su tiempo libre y su familia que un ascenso; a ellos les cuesta más dar un paso atrás en su profesión. ¿Por qué? Cada uno tendrá una respuesta. Ésta es una pregunta para un sociólogo, no para un economista.

Forzar los datos para mantener a toda costa el discurso sobre la discriminación salarial no traerá nada bueno. Como decíamos antes, supone un insulto para la mujer y para los empresarios (aún más para las empresarias); genera tensión en la sociedad: ellas se sienten apartadas y ellos piensan que pueden perder un empleo por culpa de la paridad; provoca que cuando una mujer llegue a un puesto de responsabilidad muchos duden de si es por su valía o por las cuotas, y el trabajo que miles de trabajadoras han hecho en las últimas décadas para demostrar su capacidad se pone en entredicho. Eso sí, el próximo 8 de marzo, todos los partidos volverán a unirse: sólo ese día se ponen de acuerdo en algo. Es una pena que sea para solucionar un problema que no existe.

 
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Publicado por en octubre 25, 2012 en Economía

 

Y llega el turno de las agencias de calificación…

Poco a poco, se va complicando cada vez más la situación de España. Tras estos últimos días en los que la imagen de España ha sido duramente criticada y dañada desde el exterior, llega el turno de las agencias de calificación, en parte, influidas por esta imagen que se ha transmitido.

La agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s ha rebajado la nota de la deuda soberana española dos escalones, hasta situarla en ‘BBB-‘, al borde del nivel conocido como ‘bono basura’.

Y os preguntareis: ¿cuáles han sido los motivos de esta decisión?

Pues bien, por un lado, Standard & Poor’s advierte que España encara importantes riesgos en materia de crecimiento y ejecución presupuestaria, al tiempo que avisa de la ausencia de una dirección clara en la política de la eurozona. En este sentido, vislumbra dudas en algunos miembros del bloque para asumir parte del coste de la recapitalización bancaria, lo que termina siendo un factor desestabilizador.

Bien, ¿a qué se refiere con esto? Ni más ni menos que a la carta que Alemania, Holanda y Finlandia decidieron publicar alegremente hace dos semanas diciendo que el MEDE no iba a asumir las pérdidas del saneamiento de la banca española. Esto demuestra que el mensaje tripartito, no era inocuo y que efectivamente, sí ha tenido un impacto negativo: nos ha acercado, un poco más si cabe, al bono basura. Por si no tuviéramos suficiente ya.

Para poneros en situación: los países de la UE acordaron «romper el círculo vicioso entre deuda y Estado» permitiendo al MEDE recapitalizar directamente la banca. El Eurogrupo, la Comisión Europea y el propio MEDE reconocieron que esto obligaría al fondo de rescate a asumir las pérdidas derivadas de ese rescate. Pero la carta que envió el tridente triple A dinamitó todo este escenario y ha devuelto la incertidumbre sobre si España tendrá que asumir estos costes.

Por otra parte, la agencia ha apuntado al aumento del desempleo y las restricciones del gasto como potenciales focos de tensión social y como elemento de fricción entre el Gobierno central y las autonomías. La cercanía de varias elecciones autonómicas y las dificultades financieras que atraviesan varias regiones hacen aumentar las tensiones, y que por tanto, los resultados de las políticas económicas y fiscales se diluyan.

Las imágenes de las protestas y el descontento social (15M, 25S y demás), así como las tensiones entre regiones, como Cataluña, y gobierno central, en relación a indepentismos, no han hecho más que empeorar la situación.

La rebaja de Standard & Poor’s se adelanta a la que planea anunciar este mes la agencia Moody’s, que hasta ahora mantiene una nota para España de ‘Baa3’, también al borde del bono basura. Por su parte, Fitch califica la deuda española a largo plazo con ‘BBB’, a dos escalones del nivel considerado crítico.

Así es, todavía nos queda la calificación de Moody´s, que hasta hace poco era la que más preocupaba… Y por si hay alguna duda, no será mejor que la de S&P. Mientras habrá que ver si el Ibex es capaz de aguantar estas envestidas o acabará pagando las consecuencias de estas calificaciones… Yo creo que el rescate no se va a poder posponer mucho más, tarde o temprano llegará. Más que nada nos están obligando a ello. Diría que tan solo queda saber fecha y condiciones.

Si la calificadora se decanta por una nueva rebaja, la deuda soberana se convertiría en bono basura, un apelativo que se traduciría en un duro golpe para la capacidad de España para financiarse en los mercados.

Asimismo, este cambio de rating supondría que un número considerable de gestoras de fondos dejarían de incluir deuda soberana española en sus carteras, debido precisamente a la exigencia, lo que provocaría una fuga de capital desde productos de inversión como fondos o planes de pensiones que tengan papel español en su cartera. Esto, en última instancia, repercutiría en un incremento de los intereses que se exige al Estado por colocar su deuda.

De hecho, JP Morgan advierte que una rebaja a España por parte de Moody´s será el catalizador del rescate, que empujará a España a pedir ayuda.

A pesar de ello, no hay mal que por bien no venga, puesto que los expertos de JP Morgan aseguran que si finalmente España fuera rescatada y se permitiera actuar al Banco Central Europeo, el impacto en los mercados de riesgo sería «alcista». ¿Será así? No creo que tardemos mucho más en comprobarlo. Me acordaré de ellos cuando llegue el momento.

A todo esto, el Gobierno se muestra «sorprendido» por la rebaja de la nota a España de S&P y no están de acuerdo con este cambio de calificación.

Ante los motivos que he citado anteriormente que han llevado a  S&P a tomar esta decisión, Jiménez Latorre ha mostrado su oposición a la percepción sobre el conflicto social derivado de las tensiones con las comunidades autónomas porque eso no va a incidir en la voluntad de continuar con las reformas y el control de las cuentas públicas.

Además, ha mostrado su deseo de que tan pronto se confirmen que los mecanismos de decisión de la UE funcionan de forma adecuada y la consolidación fiscal se vaya cumpliendo en todas las administraciones, la agencia pueda reconsiderar la calidad de la deuda pública española.

Preguntado por la posibilidad de que otras agencias de rating bajen la nota a España, el secretario de Estado ha reconocido que «es algo que preocupa» al Gobierno.

Menos mal que les preocupa. Pero, ¿hasta qué punto deberían ser consideradas y tenidas en cuenta estas agencias? Creo que perjudican más que ayudan. Ya puestos a calificar, cambiemos los papeles por unos instantes y evaluemos su gran profesionalidad y acierto en el pasado.

Desde luego, las agencias de calificación —esencialmente Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch— han desempeñado un pésimo papel durante esta crisis. Tras conceder el máximo rating a numerosas hipotecas subprime.

Este fracaso global se debe a que son los emisores de deuda quienes pagan a las agencias de rating por sus servicios, un sistema con el que se favorece el soborno y la corrupción. Por ello, en mi opinión, el modo de combatir este problema, es contar con menos regulación, es decir, que no sea cosa de unas pocas agencias.

¿Por qué? A ver si puedo convenceros con esto:

Hasta 1970, las agencias de calificación prestaban sus servicios a los inversores y no, como ahora, a los deudores.

En el primer modelo, el fracaso era necesariamente penalizado: si sus previsiones no se cumplían y el inversor perdía dinero, la reputación de esas agencias caía. En el segundo modelo, el fracaso resulta irrelevante, ya que en última instancia, las agencias son un cartel que expide licencias para emitir deuda. Los deudores han de pasar por ellas, sean de utilidad o no.

Sólo rompiendo este cartel oligopolístico el mercado logrará disciplinar a las agencias de calificación: premiando a las que adopten modelos de valoración realistas y de calidad y penalizando a las que concedan ratings absurdos.

 
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Publicado por en octubre 11, 2012 en Economía